NADA ES CASUAL



Desde que empezó la crisis vírica
no he podido sentarme en mi taller
para expresar a través de mis piezas 
todo lo que nos invade. 

Entró el bloqueo. 

Mi mesa de trabajo quedó
congelada en el tiempo 
tal y como la dejé el día último
antes del encierro. 

Hasta ese momento estaba eufórica
trabajando en varios proyectos 
que me tenían ilusionada. 

Y de repente, esto....

Uno de ellos 
ya llevaba unos días parado, 
este que os enseño. 
Una de las piezas en las que llevaba
trabajando más de un mes 
para hacer un envío especial a Italia. 

La situación era mala 
desde hacía días. 
Y empeoró...
Y mis piezas quedaron empaquetadas
a la espera de mejor momento. 

Acostumbro a hacer fotos
de todas ellas 
antes de enviarlas. 
Esta vez, ni para eso 
me dio el momento. 

Las dejé estar, simplemente, 
sobre la mesa de trabajo. 
Esa por la que paso de puntillas
estos días en los que no tengo 
serenidad mental para sentarme. 

Escribo constantemente 
para exorcizar el momento, 
dibujo para colorearlo,
pero el taller sigue ahí, 
congelado. 

Esta mañana 
mientras desayunaba 
hice algo nuevo 
en estos días. 

Me acerqué a mirar 
estas piezas que aguardan y
me habló de manera poderosa esta. 

Una gargantilla
que abraza el cuello 
en una colección de gestos
de manos que buscan, acarician, 
animan, encuentran. 
Despiertan...

Me pareció visionaria. 
Sentí que el hecho de que 
uno de mis temas habituales 
sean las manos, 
cobraba de repente aquí, 
en todo su contexto, 
su verdadera importancia. 

Tender la mano. 

Quizá era este momento revelador
el que necesitaba para abrir 
de par en par la puerta 
de mi taller 
que cerró la tristeza.

Quizá sí sirva 
todo para algo...

La fuerza de las manos 
nos salvará, 
esto siempre lo tuve claro...


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