DEFENDER LA ALEGRÍA

Ítaca era esto
asomarse al balcón cada día 
en un noble y cotidiano gesto que obvia 
esas fachadas que parecen ausentes de la propia vida
Edificios enteros con costillas al aire gritando al viento que, aquí, se vivió una cruenta contienda.
Pasaron décadas de la II guerra mundial, cambió hasta el siglo, 
pero su constatación pervive aún hoy a la luz del día 
Esas texturas en planos y capas que me encantan
Símbolos que apuntan alto
Tomar aire
El Oder al caer la tarde
Esa luz que todo lo cambia
Ventanas de ida y vuelta
Grafismos que no escapan
De  los nazis a los soviets, cada rincón un pedazo vivo de Historia 

Recorrer las calles de Breslavia es 
volver sobre los pasos de la propia Historia.

Adentrándote en sus barrios 
descubres el pulso subterráneo de una ciudad
que pasó por varias manos. 
Fue alemana antes que polaca.

Esplendorosa hasta en la decadencia. 
Sus edificios se yerguen orgullosos
marcados por la herida infame de la guerra.

Hay que recorrerla entera.
Y tomarse también un descanso 
bajo los árboles
escuchando el rumor del río 
que fluye constante 

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