ZUMO DE NARANJA

Hace un día tan luminoso que el viento en la cara araña el doble. 
Esa aparente discrepancia entre un sol cegador y una sensación térmica de frío que confunde.
Más, si cabe, cuando amaneces febril y con poca energía. 
Escucho el mundo en sordina. Lo triste, me pone aún más triste. Y lo alegre, lo veo con gafas que distancian. Me afectó la muerte de Almudena Grandes, asumir el estruendo de su risa detenida ya en un tiempo que no oscila. La de su pluma limpia, reivindicativa y diáfana, congelada. 
Me aletarga este sol que me estalla en la cara  y en estas ganas de meterme en la cama, hacerme bola y leer en duermevela imaginando a mi abuela como cuando era niña trayéndome, ahora un agua, después un zumo de naranja...Esos momentos vulnerables que nos recuerdan lo pequeñísimos que somos, si somos algo. 

 

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