NADERÍAS


Llevaba días pensando que este año no había conchas. 
La máquina excavadora 
remueve casi cada mañana la arena 
en un intento por rectificar el perfil que esculpen las olas. 

Es una lucha estéril, la mar siempre gana, 
pero la tozudez de la máquina 
juega a domesticarla.

Remueve kilos y kilos de arena, 
las quita de aquí y la deposita un poco más allá
mientras el mar lame la orilla sacándole la lengua. 

El caso es que hoy aparecieron conchas
¡Sorpresa!
Y me crucé con un señor inglés 
cuya mirada me perseguía 
con la misma insistencia que la excavadora pone cada día 
en rediseñar la loma que la arena forma;
sus ojos me buscaban mientras me metía en el agua,
quería darme los buenos días en su español de tres palabras. 

Sonrió contento a los míos
y ambos seguimos 
en dirección opuesta.





 

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