UNA MUJER PEQUEÑA
La Valentía, podría llamarse también esta reflexión de lo que “Unorthodox”, la miniserie de Netflix nos deja. Una mujer robada a su vida: 19 años, complexión niña, menuda y extremadamente delgada y pequeña. Todos los rasgos que determinan por su apariencia a un ser frágil. Y sin embargo... Esty, Esther Shapiro, crece en su propia road movie más que sus zapatos, dos balsas ciegas tan ergonómicas y eminentemente prácticas como antiestéticas, al igual que es toda su indumentaria, diseñada para hacer luz de gas a esta mujer pequeña. Un fantasma en un mundo plagado de normas de obligado cumplimiento que marcan la pertenencia a su comunidad, la judía ultraortodoxa de Williamsburgh en Brooklyn, Nueva York. Otra humorada amarga en la vida de Esty, pertenecer a una ciudad cosmopolita en la que el mundo se reinventa cada día y vivir por imperativo de su comunidad, de espaldas a los posibilidades que esa misma ciudad ofrece. Una comunidad que impone a sus miembros la ardua tarea de restituir con sus hijos la población judía de esta corriente mística judía fundada en el siglo XVIII en Polonia y segada en gran medida en el siglo XX por el nazismo. Vivir aislados, mantener la tradición y asirse a sus costumbres es la norma.
Esty, como todas las mujeres de su comunidad, tiene como casi única razón de existir el convertirse en perpetuadora de su comunidad, tan cruelmente atacada: dar nuevas vidas a la misión jasídica. Ese el objetivo, los medios una tortura: no hay tacto ni empatía ni placer, supeditadas a los deseos de sus maridos, puro servilismo ante ellos, víctimas también aunque menos, ellos siempre menos, en esto todas las sociedades coinciden…Pero no nos desviemos: los miembros de esta comunidad no reciben formación, no tienen estudios ni acceso a otro conocimiento que no sea el del Talmud y su rigor normativo. Sus estrictas maneras de enfocar el mundo suprimen aquello que puede poner en riesgo sus costumbres: saben de la existencia de internet como de algo lejano e ignoto fuera totalmente de su esfera, como del buscador de google, al que Esty se enfrenta cuando consigue liberarse del sistema para formularle la gran pregunta que le quema: si Dios existe.
Una mujer pequeña rebelándose de manera solitaria, arriesgada y silenciosa contra una comunidad cerrada y férrea. La miniserie tiene momentos memorables, una interpretación imponente de Shira Haas y una recreación de costumbres tan atinada que se pierde la sensación de ser público que observa para ser testigos presenciales desde los escenarios mismos en los que la historia transcurre. De pulcritud incómoda, aspecto anacrónico y decadente. De la crispación que genera ver a todas las mujeres con peluca cuando no llevan puesto el turbante a lo empoderante que es ver a esta mujer pequeña cruzar a Europa, a Berlín, sin nada, para desandar el camino que le han enseñado en sus mismos zapatos de vigor blando. Sus ojos grandes descubriendo con sorpresa la vida en Alemania, el país demonizado. Una sociedad a la que ella llega con la fortaleza de su pequeño cuerpo, a través de su capacidad observadora, su apremiante necesidad de libertad, su necesidad urgente de respuestas y su coraje, devolviendo así al país que la acoge, la posibilidad de albergar el sueño más allá de lo maldito y la terrible animadversión en que la criaron. Hay tantas lecciones en la vida real que cuenta esta miniserie sobre esta pequeña mujer, Deborah Feldman …un monumento a la valentía, el coraje, los sueños, la libertad y la Vida.
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