SIN ESCUDO



Soy esa mujer

que mira al cielo azul,

por primera vez sin boina, 
sin el asfixiante filtro
de CO2
cayendo a plomo
sobre tejados despiertos.

Soy esa mujer 
Que siente la tierra 
y la luna, 
la marejada,
el quiebro del glaciar 
y el rugir de la montaña.

Apenas una sombra 
que alberga un pecho
lleno de empatía 
sin calma.

Soy puro reflejo 
y viva ilusión de acero
mientras escucho
sirenas de ambulancia
que me llegan de lejos, 
a través del aire sin ruidos 
que se tragó el virus del tiempo
remando lento entre arrecifes 
de cocodrilos hambrientos.

Soy la sombra 
de otra vida
que yace en esta 
habitada 
por entronizados e invisibles cuervos,
intempestivos, irracionales, sedientos.

Soy este cuerpo 
que se deja acariciar
por la brisa amable
de esta primavera apóstata
que entra por la ventana 
impostando sus atributos,
haciéndonos sentir el falso 
brote de las amapolas.




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