LA NIEBLA
Caminas por donde ves
acercándote a lo que ignoras.
Sólo unos metros más allá,
se diluye el horizonte.
Te diriges hacia él
con paso calmo.
Confiando en que la niebla
se irá dispersando.
Siempre es así,
cuando la energía del sol gana a las nubes
y la niebla se esfuma entre sus haces.
Como si nunca hubiera estado allí
creando espejismos como incertidumbres.
Poniéndote de repente
ante lo nítidamente visible,
ante lo perfectamente detectable.
Hacia lo que, de pronto,
caminas ya de otro modo,
creyendo que por ver, sabes,
pero todavía ignorando.
Porque el camino no es
niebla que se apague,
es camino
y siempre es incierto.
Aspiras oxígeno en cada recodo,
tomas aire y hasta silbas un poco.
Y sigues mirando hacia adelante.
Con una determinación nueva
y la misma cautela,
la misma familiar incertidumbre
con la que hace tiempo que pactas.
La que te lleva
por cada camino nuevo que recorres
para llegar hacia ti mismo.
El único destino.
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