BANG BANG BANKSY
Reproducción de su estudio, aunque desconocemos su identidad
Subversión pagada
Toma del espacio público que la sociedad devolverá al ámbito privado multiplicando
su valor en el mercado
Ventanas al interior
Juego de contrarios evidenciando todo un discurso
Contra el consumo, despertar a la bestia original
Cambia algo y todo cambia
Leer al revés para entenderlo todo
La conductividad de los iconos
Genius
Ayer visité la exposición de Banksy,
y tuve la sensación de que la muestra, su propia organización,
pareciera estar poniendo sobre el tablero los mismos ingredientes
con los que juega su propia obra.
Una obra que arranca de la subversión y el extrarradio,
la exposición está en Itema, fuera del centro de decisiones
y manifestaciones artísticas de la capital,
pero absolutamente dentro del corazón mismo del negocio:
el parque ferial de Madrid.
Y una obra que desde sus inicios hace el recorrido
de lo marginal a lo establecido
sin modificar un ápice sus planteamientos.
Es el propio sistema capitalista
el que acaba pervirtiendo su modelo
para rendirse a su obra, no ya al integrarla,
sino al buscar denodadamente
la adquisición de sus piezas
que hoy alcanzan precios astronómicos
y cuyo hilo argumental no es otro que
el de criticar precisamente ese modelo económico.
Algo que el artista continúa haciendo.
Ahora con su obra desde dentro del sistema.
No así él, de quien desconocemos
prácticamente todo.
Hasta si se trata de un "producto"
fabricado por ese mismo modelo...
(sí, el mundo puede ser muy perverso en el juego...)
La exposición está montada en una nave portátil,
un anexo de aspecto industrial y efímero,
tal y como debió ser en su origen el trabajo
del grafitero más famoso
y paradójicamente también,
el más desconocido del mundo entero.
La visita se hace a través de grandes pantallas
que van mostrando su obra
en una escenografía en penumbra
de paredes negras, que abraza el misterio
que el propio artista cultiva.
Recorrer su denuncia cargada de ironía
es darse cuenta de cómo Banksy
ha conseguido meter el gol en la escuadra
del stablishment delante mismo del portero
y mirándole fijamente a los ojos.
Dándole lo que quería
aún cuando aquel mismo no lo sabía,
porque su acción representa
en sí mismo un ataque al núcleo duro del sistema y
lo que lo sustenta.
Ese gol acaba reventando
como una bomba de agudeza
cuando el artista logra no ya colarse,
sino vender sus obras al precio más elevado
que ofrece hoy el mercado,
y que estas cuelguen en museos
y salones privados de todo el mundo,
conviviendo con rincones de la calle
en los que su arte sigue apareciendo y denunciando.
Y el sistema pagando
por cada nuevo hallazgo
que cada día se vende más caro.
Aún cuando la propia obra,
como ocurrió recientemente
en una subasta de Sotheby's,
se autodestruya nada más producirse
la venta y el artista la rebautice como:
"El amor está en la papelera"
La obra de Banksy atenta contra
el sistema y se cuela en él por la puerta grande.
Una idea que muestra muy bien el hecho de que
en su sus inicios empezara utilizando ratas en sus obras
por tratarse de un animal muy ilustrativo de su mensaje:
un animal resistente, que vive por encima de todo y contra todo,
desde el subsuelo y lo marginal, fuera del sistema pero conviviendo
silenciosa y permanentemente a su sombra.
Eso fue así, hasta que un buen día alguien le dijo
que colgaría una de sus ratas en su propia casa
y así fue como, por obra de Banksy,
las ratas pasaron del subsuelo al cielo.
Mucho más que una metáfora.
Una bomba.
Bang Bang Banksy
Un genio, sin duda.
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