LAOCOONTE DESPUÉS DE SUS HIJOS
Al darme la vuelta lo vi
exánime sobre las baldosas.
Encogido y recogido
sobre sí mismo.
Volumen vacío
lleno de luces y sombras,
curvas y pliegues.
Crisálida huérfana
proyectando al silencio
curvas apagadas
que evocan lo dura
que fue la batalla.
La fuerza
con que lo anudó
la serpiente enviada
con perfidia por Atenea
para devorarlo.
SoledadSilencio
Fuerza que fue.
Laxitud que es.
Nada que será.
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