PEDESTAL A LOS 80

Un aspecto de la sala de exposiciones, vestida de "Tocata" 
(para quien haya conocido aquel programa...)
Ornamentos oníricos y surrealistas
Pop por todos lados
Barroquismo
Vitalidad y vanguardia
Incluso tras la caída del telón

La luz en la calle ciega. 
Al abrir la puerta de la sala, los ojos tardan en adaptarse. 
Traspasar el umbral es adentrarse en un túnel. 
Literal. 
Paredes negras, luces de neón, viaje en el tiempo. 

Aterrizas en los años ochenta. 

Los vibrantes colores de los maniquíes vestidos 
con la desmesurada ropa del artista vuelven a cegarte. 
Pero esta ceguera es ya de otro tipo, 
da paso a los ojos bien abiertos. 

Y, de repente, no parpadeas. 

Algunos de los estilismos que lucía 
el cantante (hace años fallecido) Tino Casal, 
eran del diseñador Antonio Alvarado,
pero incluso estos, tenían el sello Tino Casal. 
Porque el artista los tuneaba 
hasta hacerlos más suyos que de nadie. 
A menudo, era él mismo quien los creaba. 
Su manera abrumadora de sumar color, 
estampados, accesorios y joyas deslumbra. 

Pero hoy lo que sigue apabullando es contextualizarlos. 

Imaginar ese desbordante arrebato pop en una España 
que empezaba a sacudirse el blanco y negro 
de años de severidad dictatorial e inexpresiva, abruma. 

En los tiempos en que Yamamoto creaba 
la imagen vanguardista de David Bowie, 
Tino Casal se paseaba por los escenarios de España
haciendo lo propio con recursos a medida de nuestras carencias 
y una astucia muy desarrollada a través de sus estancias en Londres, 
y su formación como artista. 

Además de músico, fue pintor, escultor y escenógrafo. 

Un hombre que sabía muy bien lo que quería, 
amigo de Fabio MacNamara, Alaska y de todos 
aquellos que protagonizaron la movida. 

Sofisticado como pocos en aquellos años. 
A  la vanguardia de la expresión creativa 
como puede verse aquí. 

Mas que trajes, sin duda. 
Historia. Pop. Música. Arte. 
Libertad y Rebeldía. 



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