EL DESENCUENTRO

Que a menudo se muestra tras ventanas espiadas
La soledad expuesta a la luz cortante de la mañana
Desencuentros perennes de parejas que en sus cuadros aparecen 
juntas y a millas de distancia
El ventanal con mujer en una oficina neoyorkina
Y la despedida

El último cuadro que pintó Hopper. Un Pierrot, él mismo, tomando de la mano a su mujer Josephine, la misma que posó para él en casi todos sus cuadros.
Ya he hablado en varias ocasiones por aquí de Hopper. Me fascina. Esos momentos de vida estáticos que plasma, verdaderamente congelados, más allá  de lo que consigue una foto pero con su mismo lenguaje, sus encuadres, los ingredientes que pone en valor y el retrato asombroso de estados carenciales. 
Le basta con reflejar un perfil, o un rostro inclinado leyendo un periódico, un libro o una carta tras la ventana de su casa.
 Y las ventanas, esos balcones al interior de esas personas que viven juntas y a la vez tan solitarias...
El cine le debe mucho a su mirada.
Paseando por la exposición más importante de su obra que se celebra en Europa, he vuelto a sentir de nuevo esa punzada exacta con la que su talento marca. 
Madrid, Museo Thyssen, hasta el 16 de septiembre

Comentarios

  1. Tengo que coger un AVE y pasar a verla, me encanta.

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  2. A mí también me encanta Hopper y tus palabras le van perfectamente a sus cuandros.
    XXXXXXXXXXXXXX

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