POR EL AGUJERO DE LA TAPIA

Tàpies se colaba

Cartón, metal, cemento

Como base de su sempiterna cruz

Y lo suyo era el zen

El arte povera

La realidad inmediata

Nunca el sueño

Fue uno de mis primeros objetivos: Entrevistar a Antoni Tàpies. Uno de los primeros cuando empezaba a abrazar el sueño de dedicarme algún día al Periodismo. Conseguí ser periodista y realizarme con mi trabajo entrevistando a grandes figuras, pero Tàpies, mi primer objetivo, siempre se me resistió. El día que por primera vez intenté arrancarle una cita para un trabajo de facultad, él andaba por Japón pasando largas temporadas. Mi economía de estudiante no daba para ir tras el maestro grabadora en mano...Aunque lo fantaseaba. Los años pasaron, crecí en mi profesión y la oportunidad de entrevistar a Tàpies nunca volvió a cruzarse en mi camino. Aunque las ganas siempre estaban. Seguí su obra, admirando su simbolismo, su maravillosa forma de esquematizar en apenas dos trazos y un par de texturas la realidad humana más pesada y trascendente. Estudié su pintura devorándola, me embebí del grupo Dau al Set, asimilé el arte povera y me rendí a su sencillez cargada de fuerza innovadora. Cada año que iba a Arco buscaba sus cuadros. Verlo me situaba en el mapa de todo lo nuevo, todo lo sugerente y todo lo arbitrario que se da cita en el gran contenedor del arte contemporáneo. 

Su oda al enorme calcetín roto convertido en gigante escultura rasgó las mismas mentes que siempre rompía de una pincelada su mirada. 

Hay que volver a Tàpies, o más bien, ir hacia él. Siempre fue una avanzadilla. 

Y seguirá siéndolo aún después de su partida.

(Todas las fotos tomadas de internet)